jueves, 2 de febrero de 2012

Bajón





Bajón
(Tonecho)



                             No es que a estas alturas de mi vida (por llamar a esta mierda de alguna manera) me preocupen mucho los problemas, la verdad; son parte de mi; es más, yo mismo soy uno de ellos. Pero este en concreto, me jode. Toca mi autoestima (si, a veces la tengo), mi ego intermitente y la fibra sentimental.

Este cuerpo que Dios me dio, si es que existe (...Dios. El cuerpo aquí esta) tiene, de un tiempo a esta parte, el sádico capricho de estar completamente desintonizado con mi mente en los escasos momentos sexuales que intento disfrutar.

No. No es culpa tuya, en absoluto. Bueno, si tiene cierta culpa tu desnudez de que ahora este jodido, pero no de que esto falle (y no folle). Aún en el improbable caso de que tu cuerpo hubiese defraudado a mi vista, con cerrar los ojos y tocar, tema zanjado. Que va, no es eso; paciente y hermosa amiga.

¿La edad? No creo. Tengo cuarenta inviernos, y pretenden que mi maquinaria dure hasta los sesenta y siete( esa gentuza no se suele equivocar con sus putas estadísticas)

El tabaco, me dirá algún gurú de la salud; ¿pero?, si yo ya  fumaba cuando me empecé a hacer pajas (ah....esos posters de Madonna). Imposible, no encuentro la relación nicotina- sexo (…además, me gusta tanto rubio como negro, no hay incompatibilidades).

El alcohol ni lo menciones, es vaso- dilatador, y la verdad, no recuerdo haber follado nunca sin copas…quizás algún eventual polvo mañanero, y ni eso, creo yo (…si, bebo mucho).

Podría influir el distanciamiento entre relación y relación que por culpa de mi carácter y dejadez sufro últimamente, pero aún así, desde que era un chaval (…breve, pero intenso), nunca he compartido la opinión del sexo con frecuencia y sistematizado. Niet. Si comiese percebes a diario me terminarían aburriendo. Hay que coger (…otra vez bien dicho) las cosas con ganas. Tampoco distanciarlo en exceso, que si no corremos (…) el riesgo de irnos antes de entrar.

Quizás lo mejor sea olvidarse, cambiar de tema, disfrutar de tu presencia (...cúbrete, por favor), y recorrer, al ritmo de la música, las zonas más erógenas del alma. Creo que te quiero.